Las condiciones impropias en que realizan su práctica los estudiantes de medicina y carreras afines en la red hospitalaria pública, pesan sobre el caótico sistema de salud pública.

Como es conocido, el rector de la Universidad Nacional, Odir Fernández, ha reclamado por el trato inhumano y porque las plazas para los pasantes son otorgadas preferentemente a los alumnos de las instituciones privadas.

Los registros lo indican así. Se sabe que en este período están prestos a entrar en servicio social 90 alumnos de la máxima casa de estudios, frente a 200 que vienen de universidades no estatales.

En su reacción simplista, la secretaria de Salud, Carla Paredes, ha dicho que “siempre han ocurrido” los abusos en desmedro de los jóvenes aspirantes que prestan su servicio en la red sanitaria estatal.

En esa misma línea de juicios de valor, la funcionaria ha recriminado que la Alma Mater haya creado un esquema discriminatorio al cerrar las puertas para los egresados del nivel medio que aplican por un cupo en las carreras ligadas al sector salud.

Si bien estos problemas no deben ser obviados, la discusión no puede centrarse únicamente en ellos. Lo de fondo está en la formación de profesionales de las ciencias médicas, su especialización y su ingreso en el sistema, porque generan más caos y profundiza la calamidad del sector salud.

Un fenómeno que toma fuerza y sobre el que no se han realizado los debates suficientes es que el país se está quedando sin médicos especialistas.

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Desde 2022 a la fecha, más de mil facultativos han emigrado a Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y España, país este último donde 15 de cada cien médicos extranjeros son, justamente, hondureños.

Un dato de referencia más: solamente la Universidad en el Valle de Sula gradúa 150 médicos cada año, pero en el último ciclo 105 egresados realizaron los trámites para la emisión de documentos con fines de aplicación a puestos en otros países.  

¡Cómo no va a ocurrir esa fuga de cerebros si en la empobrecida y corrupta Honduras se necesitan influencias políticas de peso para entrar en una plaza en el sistema sanitario público!

Once mil doctores están desocupados y solamente cinco mil se encuentran empleados en la red hospitalaria estatal. ¡Qué indefensión del pueblo hondureño ante la miseria del sistema sanitario!

Para atender a la población enferma, Honduras tendría que contar con una planta de 17,000 doctores e incrementar en cinco puntos la partida de recursos dirigidos a salud hasta llevar ese monto al 12 por ciento del Presupuesto.

Es inaplazable que los principales actores del drama de la salud, el Gobierno, el Colegio Médico y la academia lleguen a consensos, a efecto de planificar la formación de especialistas y garantizar la atención digna a los hondureños enfermos, excluidos del moribundo sistema de salud hondureño.

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